Huérfanos
Pese al sol radiante, la mañana del 23 amaneció muy fría en Santiago
y los picos nevados de las montañas daban la sensación que la térmica
era mas baja aún.
En un café de la calle Huérfanos nos encontramos con Elena Varela y
Cherie Zalaquett (periodista y escritora que junto a Lucía Sepúlveda,
acompañan a Elena a las audiencias).
La alegría de estar frente a frente, no por Internet, fuera de las rejas,
era desbordante.
Elena venía llegando de la semana de reclusión que le dan en el sur,
en Lincan. En su casa, hecha de maderos que crujen al viento,
siente terror de las sombras que la espían entre los árboles altísimos.
Traía la mala noticia del fallo de EEUU que consideró que la
organización mapuche CAM (Coordinadora Arauco Malleco) era un grupo Terrorista.
Sobre su juicio teme que sea un tribunal antimapuche el que la juzgue.
Cherie era esperanzadora. Notó un gran giro del juez en la última audiencia,
que aceptó todo lo que pidió la defensa de Elena.
Cree que la fuerza de la presión internacional es lo que está moviendo las montañas.
Nadie sabe para quién trabaja
La sensación de paranoia en Chile es generalizada. Hay infiltrados en todos
lados. Se desconfía de los periodistas, sobre todo de los reporteros
gráficos y camarógrafos ya que muchos han vendido sus materiales
a los organismos de inteligencia, a otros se los han requisado, como en el
caso de Elena que después lo usaron para obtener información de las comunidades.
Cerco informativo
Cero libertad de prensa! Ningún periodista se atreve a denunciar la censura
que vive día a día cuando le cambian el sentido a sus textos o le cortan los textos,
para ajustarlos a la línea editorial del medio en que trabaja, porque si lo hicieran serían despedidos. A los documentalistas que exigieron la devolución de las cintas de Elena
se les negó el apoyo para realizar un festival de cine.
Se nos acabó el tiempo, lo alargamos un poco más caminando juntas por Huérfanos,
Elena, cargada de papeles y documentos, partía a reuniones y actos con políticos, estudiantes, ...
Con los ojos húmedos al abrazarnos sentimos que no estábamos huérfanas.
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